En
este artículo me gustaría destacar el papel tan destacado que tuvo Sócrates en
la filosofía, ya sea política, jurídica o moral. Sin entrar en disquisiciones
sobre qué autor es el que realmente muestra la verdadera personalidad del
mismo, vamos a analizar de forma muy somera unas de sus aportaciones que
considero más relevantes.
En
este sentido, si bien es cierto que tras un estudio de sus escritos más
importantes como el diálogo “Critón” o la “Apología” no podemos aventurarnos a
señalar la postura de Sócrates ante el problema de la obligatoriedad de la ley,
sí se producen aportaciones capitales en este ámbito. En primer lugar, porque a
diferencia de autores anteriores destaca que a través del uso de la razón se
puede concluir qué es la justicia, esto es, discernir en cada caso si una acción
es justa o injusta. De esta manera se evitan teorías procedimentales por una
alternativa donde lo justo tiene un contenido material al que es posible
acceder mediante la razón humana. Al margen del gran peso que la ley tiene para
este autor, permite distinguir, al menos teóricamente, entre la legalidad y la
justicia.
Ello
no quiere decir que el autor entre en si una es superior a la otra, ni que la
ley pueda en algún caso incumplirse. La ley para Sócrates tiene un gran valor
por hacer posible la vida en colectividad, en la polis y desde su particular
visión del ser humano no es posible una vida feliz al margen de esta última.
Por
otro lado, el Derecho y, por tanto, la ley, obtiene una justificación añadida a
la mera retribución como señalaban otros autores. Así, el comportamiento bueno
para la persona deja de entenderse en un sentido meramente externo, esto es,
únicamente como aprobación o no del resto y de cumplimiento de la función que
la persona tenía en esa sociedad. Muy al contrario, las acciones justas son
buenas para el propio individuo y, además, deben estar siempre orientadas a que
el resto de ciudadanos compartan esa felicidad.
Una
vez hecho este breve apunte, invito a todo aquel interesado en adentrarse un
poco más en el pensamiento socrático a leer el libro Justicia, Comunidad, Obediencia. El pensamiento de Sócrates ante la Ley
del profesor Rives Palá. Sin duda es un gran libro que trata la evolución de la
justicia en la tradición griega desde la visión de Homero, pasando por
filósofos presocráticos como Anaximandro, Heráclito o Parménides, por la
sofística con autores como Protágoras, Hipias, Calicles o Antifonte y acabando
con un gran estudio de la teoría socrática. Además, facilita la comprensión por
añadir fragmentos de las fuentes más relevantes traducidos al español.
Llegados a este punto, vamos a finalizar este artículo con una reflexión que adopta el profesor Rives en el libro antes citado. “Nosotros hemos llegado a pensar que era posible una ética pública sin moral personal, que un sistema político hábilmente diseñado en sus medios, técnicas y órganos de control puede hacer que una sociedad de demonios funcione como una comunidad angélica. Hemos estimulado el individualismo, el vivir para uno mismo, el culto a la crematística y al consumo, aunque todavía conservamos la capacidad de asombro y de escándalo ante fenómenos como el de la corrupción y otros similares, que son cultivos nacidos en el hábitat que nosotros mismos hemos diseñado. Por el contrario, Sócrates no puede construir la verdad sin la virtud”.
Llegados a este punto, vamos a finalizar este artículo con una reflexión que adopta el profesor Rives en el libro antes citado. “Nosotros hemos llegado a pensar que era posible una ética pública sin moral personal, que un sistema político hábilmente diseñado en sus medios, técnicas y órganos de control puede hacer que una sociedad de demonios funcione como una comunidad angélica. Hemos estimulado el individualismo, el vivir para uno mismo, el culto a la crematística y al consumo, aunque todavía conservamos la capacidad de asombro y de escándalo ante fenómenos como el de la corrupción y otros similares, que son cultivos nacidos en el hábitat que nosotros mismos hemos diseñado. Por el contrario, Sócrates no puede construir la verdad sin la virtud”.
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