jueves, 3 de marzo de 2022

Cuando volver a la caverna se presenta como una buena opción

Después de más de dos años sin publicar una entrada (por cuestiones de tiempo, principalmente), esta mañana me ha ocurrido un suceso que quería comentar. No se trata, ni mucho menos, de algo especialmente reseñable por su importancia. Nada más lejos de la realidad. En el fondo, es una situación de lo más ordinaria y cotidiana. De hecho, en condiciones normales no tendría que ser noticia. Pero vamos al tema que me voy por las ramas.

Pues bien, esta mañana me encontraba, tranquilamente, tomando el café de primera hora antes de entrar a la ducha. Mientras, como suele ser frecuente en mi día a día, leía noticias recientes y, como no, revisaba algunas notificaciones de las redes sociales. Y es en este último caso en el que he detectado algo que me ha llamado la atención. En concreto, me he detenido en una noticia que señalaba algo así: “D. XX, contestando muy elegantemente y sin faltar el respeto, le cierra la boca a D. YY”.

Como se puede suponer, tanto D. XX como D. YY están inmiscuidos en tareas políticas y, como he dicho antes, no es una circunstancia destacable (ni en contenido, ni en forma). Es más, noticias muy similares se pueden encontrar todos los días. La cuestión es que esta mañana debía de encontrarme más lúcido de lo normal y me he autoformulado esta pregunta: que uno de nuestros políticos conteste a otro sin faltar el respeto, ¿es un hecho noticiable?  

Y ahí radica la reflexión. Ciertamente, esto tendría que ocurrir todos los días, en todos los debates, sin excepción. Sin embargo, hemos normalizado conductas que distan mucho de ser normales. No se trata de hacer una epopeya de los antiguos pensadores, filósofos y maestros de la ciencia. Pero, quizás, rescatar algunas de las enseñanzas que compartieron podría ser favorable.  

Con el título, claramente provocador, quería evocar la más que conocida caverna de Platón. Si hacemos algo de memoria, en las obras de dicho autor, el gobernante (filósofo rey), al margen de la prolongada edad que debía tener, tenía que ser una persona formada, con conocimientos y experiencia. Un representante, en definitiva, de verdad.  

Y hasta aquí mi entrada con la que solamente me gustaría transmitir que, tal vez, nuestros representantes políticos tendrían que ser un poco (al menos) filósofos reyes (y no solamente lo segundo).

No hay comentarios:

Publicar un comentario